Entre los ejemplos de países que estaban en la pobreza y que ahora son sociedades posindustriales, se encuentra Finlandia, hoy tan nombrada por los medios, por la recientemente instalada Botnia. Según los datos que recogí de http://www.econlink.com.ar/finlandia, la historia de este país es realmente sorprendente.
Empezamos por su creación, Finlandia se independizó recién en 1906, es un país pequeño y con una población de sólo 5 millones de habitantes. Además sus recursos naturales son escasos, y son básicamente sus bosques. Sin embargo, esta a la vanguardia de todo: ingresos, equidad, empleo, salud, educación, oportunidad de género y mantenimiento ambiental; también en desarrollo tecnológico, competitividad, ejercicio institucional y ausencia de corrupción. Si bien, en sus principios se encontraba en la pobreza ahora está en el bienestar generalizado, un común denominador en los países nórdicos.
La pregunta que nos hacemos todos es: ¿cómo lo logró? A principios de los noventa, Finlandia tenía como principal socio comercial a la Unión Soviética, y como esta potencia se derrumbó, también cayó el sector de la industria metalúrgica y de la pasta de celulosa. Así llegó la crisis económica, la primer particularidad es que por diversas razones, los finlandeses no demandaron más crédito internacional y tampoco devaluaron su moneda. La clave estuvo en la inteligente planificación y conjugación del sector privado y público, en donde se propuso como principal política de largo plazo, transformar a Finlandia en una “sociedad de la información“. Al inicio, Nokia, era una industria de pasta de celulosa y papel!!!, pero luego se transformó en una exitosa empresa de electrónicos y de desarrollo de tecnologías de la información y comunicación. Esto se logró gracias al financiamiento, por parte del Gobierno, de actividades en I&D y educación, destinando cerca del 4% de su PBI.
Estos sorprendentes datos nos dan aliento y esperanza a un pequeño país como el Uruguay de que es posible lograr el crecimiento y desarrollo económico, a pesar de nuestro tamaño y población. La conclusión fundamental es que el Gobierno debe participar activamente en destinar recursos para el desarrollo de la tecnología, ya que es la única forma en que nuestros productos pueden exportarse al mundo dinámicamente y emplear a una gran cantidad de trabajadores. Un gran paso que ya se ha dado es que ahora se destina el 4,5% del PBI a la educación, pero esto no es suficiente, la participación de los actores públicos y privados debe ser constante, y se deben dejar a un lado contradicciones entre empresarios, sindicatos y gobierno, para aunar fuerzas y respetar una política a largo plazo que sea en beneficio de todos, sin importa el partido político de turno que ocupe el Gobierno.

Empezamos por su creación, Finlandia se independizó recién en 1906, es un país pequeño y con una población de sólo 5 millones de habitantes. Además sus recursos naturales son escasos, y son básicamente sus bosques. Sin embargo, esta a la vanguardia de todo: ingresos, equidad, empleo, salud, educación, oportunidad de género y mantenimiento ambiental; también en desarrollo tecnológico, competitividad, ejercicio institucional y ausencia de corrupción. Si bien, en sus principios se encontraba en la pobreza ahora está en el bienestar generalizado, un común denominador en los países nórdicos.
La pregunta que nos hacemos todos es: ¿cómo lo logró? A principios de los noventa, Finlandia tenía como principal socio comercial a la Unión Soviética, y como esta potencia se derrumbó, también cayó el sector de la industria metalúrgica y de la pasta de celulosa. Así llegó la crisis económica, la primer particularidad es que por diversas razones, los finlandeses no demandaron más crédito internacional y tampoco devaluaron su moneda. La clave estuvo en la inteligente planificación y conjugación del sector privado y público, en donde se propuso como principal política de largo plazo, transformar a Finlandia en una “sociedad de la información“. Al inicio, Nokia, era una industria de pasta de celulosa y papel!!!, pero luego se transformó en una exitosa empresa de electrónicos y de desarrollo de tecnologías de la información y comunicación. Esto se logró gracias al financiamiento, por parte del Gobierno, de actividades en I&D y educación, destinando cerca del 4% de su PBI.
Estos sorprendentes datos nos dan aliento y esperanza a un pequeño país como el Uruguay de que es posible lograr el crecimiento y desarrollo económico, a pesar de nuestro tamaño y población. La conclusión fundamental es que el Gobierno debe participar activamente en destinar recursos para el desarrollo de la tecnología, ya que es la única forma en que nuestros productos pueden exportarse al mundo dinámicamente y emplear a una gran cantidad de trabajadores. Un gran paso que ya se ha dado es que ahora se destina el 4,5% del PBI a la educación, pero esto no es suficiente, la participación de los actores públicos y privados debe ser constante, y se deben dejar a un lado contradicciones entre empresarios, sindicatos y gobierno, para aunar fuerzas y respetar una política a largo plazo que sea en beneficio de todos, sin importa el partido político de turno que ocupe el Gobierno.
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